Aquellos estudios se verían interrumpidos apenas un año después; cuando luego de haber conocido en las inmediaciones del kiosko OK ubicado frente al Centro Lido en Altamira; a quien sería la ilusión de su vida, decide sellar aquel amor mediante un compromiso eterno.
Contrae nupcias con Francisco José Valery Yánes, quien siempre fue mejor conocido con su sobrenombre “Frank”, el día 08 de septiembre de 1961. Desde ese momento y por muchísimos años se dedica en cuerpo y alma a su matrimonio y a la crianza de sus hijos. El amor inconmensurable por su esposo, la abnegación mostrada en la crianza de sus hijos, el cuidado prestado al crecimiento de su familia, la atención incondicional prestada a su madre en los dolorosos momentos en que el cáncer la consumía, la preocupación por su abuela Casimira (Cachi) y su tía Carmen (la Ticha), la capacidad para aconsejar a sus amigos y el amor por quienes no siendo sus hijos requerían ocasionalmente de la orientación y la presencia de una madre sustituta; cuando sus propias madres debido a las circunstancias de la vida debían atender otros asuntos; son muestras indiscutibles de su ser caritativo.
Pero es también una mujer de carácter fuerte y terca en ocasiones, severa y exigente en la crianza; por lo cual en ocasiones da la impresión de ser poco cariñosa. Particularmente considero que la partida temprana de su madre, la lejanía circunstancial de su padre y el hecho de ser la mayor de sus hermanos; la erigieron en la matrona de su familia, convirtiéndose de algún modo en madre y guía de sus hermanos; sobre todo del menor que hasta su muerte fue quien siempre se mostró más carente de cariño. En esa hermosa labor recibió el apoyo incondicional de mi padre, quién fue considerado por mis tíos como un hermano mayor y una especie de mentor.
Podríamos decir que a Lya le tocó vivir una suerte de matrimonio itinerante que tuvo numerosas sedes desde el día de su boda. Caracas, Barquisimeto, Valencia, Maracaibo, Caracas, Maracaibo, Caracas; en ese orden; fueron las ciudades en las cuales Lya debió establecer las bases de su hogar. Aquellos hogares se caracterizaron por las ausencias temporales de su esposo, que, debido a su trabajo, primeramente, como vendedor y posteriormente como Gerente de Ventas de una importante compañía multinacional de multígrafos, equipos Offset y posteriormente fotocopiadoras; “Gestetner de Venezuela”; lo mantendría muchas horas a bordo de un vehículo recorriendo las carreteras del país. Por ello Lya siempre hizo un esfuerzo adicional para darle calor de hogar a aquellas múltiples casas en las que le tocó vivir.
De aquella unión nacieron cuatro hijos: Francisco José (el primogénito, quien adoptaría el mismo apodo de su padre “Frank”, Víctor Manuel (el segundo y quien tomo el nombre de uno de sus hermanos, porque el embarazo prácticamente transcurrió mientras lo visitaba en la cárcel a donde había ido a parar como preso político debido a su lucha por una democracia más representativa en su país), María Victoria (la niña, quizás la predilecta de su esposo, por ser su princesa) y Óscar Alberto (el maraco y consentido por ser el menor y por haberla agarrado ya sin el fuelle y la fuerza de sus años mozos). Además, tiene cuatro hijos políticos: Lourdes Carolina, Gloria Mercedes, Michel y Maroa.