Rally de Las Perlas 1978

Era un sábado, 11 de Marzo de1978, antes de las 7 de la mañana estaba en el IUPFAN, tenía un examen parcial de Transferencia de Calor y pasaje de ida y vuelta a Margarita, en la noche se corría el II Rally de las Perlas, a las 8 y media ya había terminado el examen y mi fiel 1100 D me llevaba para Maiquetía, tenía que abordar un avión de Avensa con destino a Porlamar.

Cerca del mediodía ya había llegado al Aeropuerto Internacional del Caribe “Santiago de Mariño”, tras un corto vuelo de algo más de 20 minutos, lo primero que hice al llegar fue llamar a mi Padre, en casa mis padres nunca quisieron tener teléfono, por lo que llamé a Electroauto Walter, el negocio de la familia.

 

Después de esa llamada obligada, tuve que resolver el primer problema en la Isla, comunicarme con la gente de Maracay, éramos un buen grupo, me urgia que me buscaran en el aeropuerto y   yo no sabía dónde estaban alojados.

Había una emisora de radio que continuamente anunciaba el Rally, iban a transmitir el mismo durante toda la noche, pedí una guía telefónica y llamé a la emisora, bastó decir que iba a participar en el evento, para que me atendieran amablemente, les pedí que le avisarán al grupo de participantes aragüeños que estaba esperando a Enzo Bisogni en el Aeropuerto, iba como su copiloto en el Fiat 125 S identificado con el número 78, el anuncio por la emisora de radio surtió efecto, en menos de media hora llegó Enzo.

Tenía mucha hambre, no había desayunado, nunca lo hacía cuando tenía que presentar un examen, en el aeropuerto no conseguí un lugar para comer rápidamente, quería hacer la ruta y no quería pasar mucho tiempo en un restaurant, así que camino hacia el punto de partida del rally conseguimos una señora que vendía empanadas, por fin pude llenar el estómago.

Iniciamos la ruta y no habíamos recorrido ni diez kilómetros y tuvimos un percance, se rompió la guaya del clutch, una parada obligada de alrededor de veinte minutos, la guaya de repuesto la teníamos con nosotros.

Hicimos la ruta con mucha calma, marcando en mis apuntes todos los puntos importantes y los tramos donde debíamos atacar a fondo, no quería sorpresas, siempre busqué de llegar con un par de minutos de adelanto a los controles horarios, parar donde no nos vieran y ver la ubicación del control.

Estábamos muy entusiasmados, pocas semanas antes se corrió el Rally del Día de la Juventud, el cual habíamos ganado en la categoría B, fue el primer Rally de ese año, por lo que punteabamos el Campeonato, Aragua estaba también punteando en la categoría A, ya que Carlos y Fernando Tabacchi, habían ganado también la primera válida.

Al terminar la ruta nos dirigimos a la localidad de Santa Ana, donde habían muchas casas vacacionales donde casi todos los participantes del rally habían alquilado para su estadía toda la semana previa al evento y a un costo accesible para nosotros, 100 Bs por toda la semana, dinero que se obtuvo de la organización del Campeonato Regional de Rally en Aragua, hicimos una revisión de rutina al 125 S, niveles de fluidos, presión de los cauchos, revisión de las tuercas de fijación de los rines, verificación del estado de las pastillas de frenos, en fin todo aquello que se había convertido en costumbre antes de la salida de un rally, nos dimos cuenta que una luz de posición del faro trasero izquierdo no funcionaba, rápidamente desmontamos la mica para sustituir el bombillo que tenía un filamento quemado … Por fin una gran ducha y a descansar un par de horas.

Hora de ir al punto de salida, no sin antes de comer unos sándwiches de jamón serrano, mi madre siempre nos hacía los sándwiches, ese día los hice yo… Se convirtió en un ritual, un par de panes bien rellenos de “Prociutto San Daniele” y más de un litro de agua, si comía algo más pesado, me daba sueño, así que esa siempre fue mi cena previa a la salida de un rally.

Por fin el momento de ir hacia la aventura, salimos al estilo rallysta, con un minuto o algo más de separación… Así evitabamos “picar” entre nosotros, recuerdo que los hermanos Tabacchi iban delante de Armindo Almeida y Joao Povoa, quienes tripulaban el Fiat 124 S identificado con el número 33 y detrás nosotros, un par de minutos más atrás, de nosotros, Eduardo Gavorskis quien iba a correr esa válida con Giancarlo Fasano, también iban a correr Aldo Daole con Alfredo D’Aquisto, José Sanó “El Sordo”, quien corrió con su sobrino José Sanó todos representantes del estado Aragua… Tal vez se me escapen algunos nombres, pero estoy seguro que cuando Carlos Tabacchi lea este relato, él va a completar la lista… Es que nuestro gran Amigo y Colega tiene una memoria envidiable.

Teníamos que recorrer una ventena de kilómetros hasta el Centro Comercial dónde se daría la largada, una carretera plana, ubicada en una zona sin vegetación… Un traslado sin ningún tipo de complicación, pero cómo diría mi Padre, “el diablo atravesó su cola”, un margariteño, tal vez con unos tragos encima nos obligó a agruparnos, por fin Carlos Tabacchi decide pasarlo, pocos segundos después, Armindo hace lo mismo, el lugareño al ver que dos carros del rally lo estaban pasando decidió acelerar, todo sucedió en instantes, probablemente le dieron un toque por detrás al número 33, de Armindo y Joao, sacándolo de la carretera y chocando contra el único árbol, de paso de con un tronco no muy grueso, que se podía ver a diez kilómetros a la redonda, el golpe fue en la puerta delantera del lado derecho del 124 S, de no ser por el magnífico roll cage del automóvil, Joao Povoa hubiera pagado con su vida la insensatez del margariteño.

No se de dónde salió Eduardo Gavorskis, el más flaco de todos nosotros, lo que si quedó grabado en mi memoria fue que gracias a una gran descarga de adrenalina, abrió la puerta fuertemente golpeada y sacó del automóvil a Joao, quien estába muy golpeado y con la pelvis fracturada, pero gracias a Dios vivo.

Una vez que los trasladaron al hospital, el resto del grupo nos dirigimos al punto de salida para cumplir con el trámite del parque cerrado, el grupo se dividió en dos bandos, algunos decidieron no correr y la decisión de de Fasano fue de no volver a correr otro rally en su vida. Carlos, Fernando, Enzo y yo decidimos correr… Era algo lógico, veníamos punteando el Campeonato Nacional de ese año.

No recuerdo cómo llegué al hospital donde estaban Armindo y Joao, quise verlos antes de la largada, cuando llegué Armindo dormía plácidamente, estaba algo golpeado, pero nada grave, los calmantes lo hicieron dormir hasta el día siguiente.

Joao estaba despierto, tenía ganas de orinar, no había ningún recipiente a mano, así que con mucho cuidado lo ayudé a bajar de la camilla y en una silla de ruedas lo llevé al baño, tuvimos un pequeño inconveniente, la silla de ruedas no pasaba por la puerta, entre risas logramos entrar sin que sintiera mucho dolor, no apoyaba su pierna izquierda, no disponíamos de muletas, así que se apoyaba en mi hombro.

Tenía que regresar a la largada, Joao tenía frío, yo siempre usaba para correr una franela con cuello de tortuga amarilla, la franela de la suerte … Pero Joao tenía frío, ni modo, me la quité y se la puse, me despedí prometiéndole que al terminar el rally regresaría.

Ya en la largada, tampoco recuerdo quién me llevó, estaba sentado en el carro revisando las notas, la gente venia a ver el carro por dentro y a preguntar acerca de la competencia, eso me tenía muy incomodo y al pensarlo mejor, me di cuenta que estaba muy tenso por el accidente, decidí alejarme de la gente y caminar para relajarme.

Cómo veinte minutos después salió el primer carro si no mal recuerdo el de Valery y Márquez, quiénes estrenaban los Fairmont de Mototerra junto con la otra pareja formada por Canache y Balbes, había opiniones divididas con respecto al desempeño de esos vehículos, tenían mala fama, opiniones divididas, tanto entre los participantes como en el público… Mi opinión personal era en ese momento que Mototerra y Ford de Venezuela apostaban a ganador, tenían que revertir la mala fama de ese modelo, para mejorar las ventas del mismo.

Nuestro desenvolvimiento del evento fue muy bueno para nosotros, el automóvil sin ningún tipo de inconvenientes, recuerdo mucho un equipo de Margarita con un Maverick dos puertas, motor ocho cilindros que caminaba muy bien, aunque no tuvimos oportunidad de un “mano a mano” por la diferencia de horario en la salida, pero los miembros de esa dupla eran muy “habladores de paja”, decían que de antemano tenían el prime de velocidad en el bolsillo, por lo rápido de su vehículo y porque conocían a la perfección la ruta donde se correría el prime, Enzo y yo decidimos buscar el mejor tiempo del prime, no recuerdo cómo quedamos en la clasificación del prime, pero estoy seguro que lo hicimos mejor que la dupla margariteña.

Durante el rally, dos vueltas a la Isla, pasábamos por la parte desértica, amaneciendo ya casi al finalizar el rally, sufrimos un pinchazo, no era un problema desde el punto de vista del tiempo de la parada, procedimos a cambiarlo, estábamos en medio de la nada, recibimos un cordial saludo de un anciano, con el afán de terminar y recuperar el tiempo perdido, no pudimos darnos cuenta de donde había salido, al terminar de cambiar el caucho quisimos saludar al anciano y darle las gracias por su compañía… Había desaparecido, quedamos perplejos, pensando que los fantasmas existen.

Una media hora después del acontecimiento, estábamos finalizando el rally, en la meta la gente de la emisora de radio quiso entrevistarnos, de manera amable dijimos que no era posible, Joao y Armindo nos esperaban.

Al llegar al hospital, conseguimos a Joao sentado en una silla de ruedas abrazado a una columna, mientras que Armindo todavía dormía, realmente no recuerdo cómo lo hicimos, creo que recurrimos a un taxi, del hospital directo a Santa Ana, para llegar a la casa donde tomamos unas horas de descanso antes de la premiación.

Llegó la hora de la premiación, el Gobernador del Estado hará la entrega de los trofeos, decidí aprovechar el momento para solicitar su apoyo, Armindo y Joao debían ser trasladados a Caracas, no tenían pasaje de avión, de inmediato recibimos su apoyo, consiguió los pasajes y apoyo de Defensa Civil para subir a Joao al avión en una camilla, una vez a bordo nos ubicaron en tres asientos frente a los asientos donde iban a sentarse las aeromozas durante el despegue, había bastante espacio y durante el vuelo las aeromozas no los ocuparían, llegó el momento del despegue y las aeromozas se sentaron al frente, tres bellos pares de piernas bastante descubiertas… De repente Joao sonríe, se le ilumina el rostro y dice “funciona”… Tanto las aeromozas como Armindo y yo comprendimos de inmediato, esa cara de felicidad y la expresión verbal fue por la erección que tuvo Joao por el bello panorama…

El momento en que Aldo Daole en su Fiat 125 S identificado con el número 77, lleva a Joao Povoa hasta la escalera del avión para que los funcionarios de DC lo subieran al avión.

Pasados unos diez minutos de vuelo, sentimos fuertes turbulencias, Joao nos dice en voz alta “pongan las cédulas en la boca” nos preguntamos el porqué, no hizo falta preguntar, Joao dijo en voz alta casi de inmediato, “para que reconozcan los cadáveres cuando encuentren el avión”, definitivamente Joao agradecía la vida con su buen humor.

El gobernador de Nueva Esparta había ofrecido que trasladaran a Armindo y a Joao a sus casas, Armindo a Caracas y Joao a Maracay, ambos declinaron, a Armindo lo buscarían sus familiares y Joao viajaría a Maracay en mi fiel 1100 D que nos esperaba en Maiquetía.

Llegamos a Maracay, dejé a Joao en su casa dándole muchas explicaciones a su esposa… Yo me fui a mi casa que estaba muy cerca, pude dormir unas horas para que muy temprano en la mañana, antes de las siete, tenía clases y antes de comenzar el Jefe de Curso pasaba lista, no podía faltar, a menos que tuviera un justificativo médico.

Falta solo un detalle en este relato, Enzo Bisogni y Walter Crusco ganaron el II Rally de las Perlas de 1978 en la categoría B.

Mi agradecimiento a Joao Povoa, a Nelson Canache y a Carlos Tabacchi por la colaboración prestada para escribir este relato.

Ya finalizando el Rally
Un recorte de prensa pocos días antes del rally

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